Ejerzo mi ciudadanía
En el ejercicio de la ciudadanía es importante evidenciar la tensión existente entre lo que significa ser ciudadano y hacer uso de la ciudadanía; porque estos dos asuntos afectan la toma de decisiones, incidiendo en el colectivo y en la relación con el entorno.
Baumant afirma que las sociedades modernas se ven enfrentadas a constantes cambios e incertidumbres, donde los individuos han desvanecido valores, diluido los discursos, privilegiando el espíritu de competencia y el éxito individual, para dar paso a satisfacciones inmediatas, en contradicción con las exigencias de la sociedad contemporánea. Entonces, es el ciudadano, a quien le corresponde, constituirse en un sujeto reflexivo ante la realidad cambiante y ante la dicotomía de ser un sujeto consumidor de slogans o un sujeto que se construye desde lo colectivo y se proyecta en el espacio público.
Vale la pena anotar, que la ciudadanía en nuestro país se encuentra inmersa en las tensiones señaladas, para el ejercicio ciudadano, por lo cual, se observan y coexisten diferencias entre sujetos que ejercen la ciudadanía, es innegable la influencia de los medios de comunicación y del mercado; que conciben al sujeto como objeto de estos, condicionando sus acciones y llevando a situaciones confusas, al promover ciudadanos pasivos, consumidores de slogans políticos, superficiales en el análisis y con poca profundidad en la argumentación, que conducen a resultados poco alentadores para la población, que se ve afectada por la toma de decisiones desde una mirada limitada y alejada de la realidad.
Por otra parte, también se encuentran ciudadanos que se identifican como sujetos activos, constructores de su propia historia, conocedores de las herramientas y mecanismos que desde la constitución, se brindan para el ejercicio de la participación ciudadana, actuando en consecuencia e incidiendo en las políticas públicas, logrando así, fortalecer el sentido de pertenencia al considerarse como parte del país y del territorio, teniendo desde estas experiencias mayor claridad y conocimiento para reconocer a sus conciudadanos en igualdad de derechos y oportunidades.
En este contexto, Colombia ha hecho una apuesta muy importante a través del sistema educativo para que los ciudadanos conozcan y apliquen las normas existentes que regulan los mecanismos de participación (ley 134 de 1994), resaltando la contribución ciudadana, como factor esencial en la democracia participativa, donde la gestión individual juega un papel fundamental en la acción colectiva y viceversa.
De manera que, la interrelación entre el ciudadano, el Estado y la sociedad civil, les confiere a los sujetos el reconocimiento del espacio público, la interrelación social y la acción individual como un sistema que trasciende y da cohesión a la sociedad, al mismo tiempo que fortalece la democracia participativa.
Según Beatriz Peralta (s.f.), en Colombia el ciudadano puede ejercer la ciudadanía en diversos espacios sociales; desde los cuales, es de vital importancia que se reconozca a sí mismo como sujeto de cambio, capaz de conocer y acceder a los mecanismos de participación, que le facultan para realizar acciones en su entorno, con miras a buscar mayor inclusión social y bienestar común.
Por tanto, el mirar a los otros en igualdad de derechos y visibilizar los movimientos sociales, como expresiones validas de la población, que de esta forma manifiesta el inconformismo ante la exclusión en las políticas públicas locales, regionales o nacionales, hace parte fundamental de los componentes fortalecedores de la democracia participativa, la formación ciudadana y la gestión pública, contribuyendo a la configuración de ciudadanos que valoren, se apropien y promulguen el sentir, vivir y expresar la ciudadanía en la democracia participativa.