La Santa Alianza
“La Santa Alianza había nacido el 4 de junio de 1815, luego de que la baronesa Bárbara Juliana Krudener, casada con el diplomático ruso el barón von Krudener, obtuvo con numerosas dificultades una entrevista con el zar Alejandro I (…) la baronesa logró convencer al zar de que los soberanos de Rusia, Austria y Prusia debían constituir una Santa Alianza para que ‘por los caminos de las sublimes verdades contenidas en la religión eterna de Cristo’ se encargaran de la dirección del mundo. Así podrían enfrentarse a los gobiernos revolucionarios que en Europa conspiraban contra el orden monárquico establecido (…) se ideó la teoría de que la paz internacional depende de la interna, por lo que se debía respaldar la intervención de la Santa Alianza en aquellos estados que mantuvieran ‘revoluciones generales’. En esta forma se quiso defender el intervencionismo de la Santa Alianza para poner fin a las insurrecciones o movimientos revolucionarios de las colonias españolas en América” (Gaviria, 1998: 27)
Figura 1. Baronesa Bárbara Juliana Krudener.

Fuente: BaronessBarbaraJulianevonKrüdenerbyGeorgeSStuart (2010). En Wikipedia. Recuperada de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:BaronessBarbaraJulianevonKr%C3%BCdenerbyGeorgeSStuart.jpg
A la Santa Alianza se contrapuso la Doctrina Monroe, embrión del panamericanismo, que, en defensa del sistema republicano y liberal en América, fue anunciada por el Presidente de los Estados Unidos James Monroe el 2 de diciembre de 1823 en desarrolló de la idea de Thomas Jefferson "América tiene un hemisferio para sí misma". Su propósito fue no permitir nuevas colonias en América ni intervención externa en los asuntos internos del hemisferio así como tampoco intervención americana en los conflictos relacionados con los países europeos.
Figura 2. James Monroe.

Fuente: James Monroe White House portrait 1819 (2010). En Wikipedia.
Recuperado de https://commons.wikimedia.org/wiki/File:James_Monroe_White_House_portrait_1819.gif
"Juzgamos propicia esta ocasión para afirmar, como un principio que afecta a los derechos e intereses de los Estados Unidos, que los continentes americanos, en virtud de la condición libre e independiente que adquirieron y conservan, no pueden ser más considerados, en el futuro, susceptibles de colonización por ninguna potencia europea" Mensaje del presidente James Monroe al Congreso de Estados Unidos, 1823.