Estructura regional
Lo que se encuentra es una constelación de potencias secundarias que más que enfrentar a Brasil, lo que buscan es ganar mayores niveles de participación en las agendas regionales, teniendo en cuenta sus factores estructurales individuales. De alguna manera, esto hace que las potencias secundarias en la región tengan un importante margen de maniobra frente a Brasil. Así las cosas y como anota Flemes (2012), el relativo equilibrio de poderes entre las potencias secundarias es una de las principales características de la región:
Colombia es una de las cuatro potencias secundarias de América del Sur, a las que se suman Argentina, Chile y Venezuela. Dependiendo de cuál sea la capacidad que se focalice en el análisis – el relativo poder militar o el peso económico, los recursos naturales o institucionales o la influencia ejercida a través del discurso – los cuatro actores pueden posicionarse en un segundo lugar después de Brasil dentro de la jerarquía regional de poder. Precisamente, América del Sur se distingue de otras regiones en el mundo por la distribución relativamente equilibrada de los recursos entre las potencias secundarias. El punto de referencia más importante para la respectiva política regional de las potencias secundarias - de forma directa o indirecta - es la potencia regional, que en el caso de América del Sur está representada por Brasil. (Flemes, 2012, p. 19).
Claro está, si se ve por ejemplo cuál ha sido la postura de Chile, se nota que este país ha optado por espacios de interacción internacional diferentes a los ofrecidos por Brasil, así interactúe en el Mercosur, pero si hace parte integral de esta instancia. Chile debido a su tradición neoliberal, ha optado por espacios de internacionalización directa de su economía, lo que lo llevó a contar con acuerdos de libre comercio con Estados unidos y otros países del globo, sin pasar por plataformas regionales como el mismo Mercosur. Por otro lado, en los últimos años se puede notar cómo Venezuela, sobre todo durante los gobiernos de Hugo Chávez, buscó hacer parte de estas instancias regionales, al punto de lograr su anexión al Mercosur. Sin embargo, Venezuela debido a su enorme potencial petrolero, no se conforma con hacer parte, sino que busca ganar cierto liderazgo en los espacios regionales.
Al llegar a Colombia, una cosa es clara y es que no ha buscado convertirse en un líder regional, aunque en este momento se encuentre jugando un papel importante en la Alianza Pacífico. Tradicionalmente, Colombia, debido al alto nivel de presidencialismo y bilateralismo de su política exterior, no ha sido un país que vea el vecindario desde una perspectiva estratégica. Más bien, Colombia ha preferido plegarse a la política exterior estadounidense. En este sentido y como anota Pastrana (2011):
Aunque no sea recíproco, la intensificación de las relaciones comerciales con los EE.UU. y la renovación de la cooperación siempre han ocupado el primer lugar en la agenda diplomática colombiana. En la era Uribe, el Ministerio de Comercio contemplaba el TLC con los EE.UU. como “el camino para definir el trato comercial con el resto del mundo. (Pastrana, 2011, p. 4).
Así las cosas, el regionalismo en América latina y en especial en Suramérica no puede ser clasificado como un esfuerzo conjunto a la luz de procesos como los de la Unión Europea y son varios los obstáculos que ha enfrentado; como la disparidad de las políticas exteriores de los Estados de la región, la falta de una tradición “integracionista” en los países y la no disponibilidad por parte de varios países de asumir los costos de la integración.
Por último, otro de los procesos regionales de reciente interés es el que adelanta la Alianza Pacifico, de la que hacen parte Colombia, Perú, México y Chile; países que tradicionalmente han optado por el regionalismo abierto y por los procesos de apertura comercial. Sin ahondar demasiado en el tema, elementos como los objetivos de la Alianza resultan necesarios dentro de este análisis. Si bien, temas como la superación de la pobreza y mayores niveles de crecimiento hacen parte de sus programas, llama la atención el enfoque geográfico en términos globales, que maneja hacia el Asia Pacífico, entendiendo, seguramente, la creciente importancia que tendrá este espacio, en cuanto a intercambios de materias primas, manufacturas e inversiones, principalmente, dentro de las próximas décadas.