Las curvas de indiferencia se dibujan analizando a un consumidor qué combinación de productos elige, ejemplo: 11 pasteles y 6 películas; 16 pasteles y 4 películas, 21 pasteles y 3 películas, o 6 pasteles y 8 películas. Adviértase en la medida que una elección aumenta, la otra disminuye. Cuando alcanza las dos opciones que son indiferentes para el individuo, estos dos puntos que las representan se encuentran en la misma curva de indiferencia.
Si se traslada a lo largo de la curva en un sentido, está dispuesto a admitir más películas a cambio de menos pasteles, si se desplaza en el otro sentido está dispuesto a aceptar más pasteles y menos películas. Pero cualquier punto en esa curva (ejemplo la curva I de la gráfica), le entrega el mismo nivel de satisfacción.
Los economistas hablaban de utilidad
como medidor del Bienestar General de los consumidores. De acuerdo a esta idea era normal especular que los consumidores tomaban sus decisiones con miras a maximizar su utilidad. El problema es que estos economistas nunca describieron cómo medir la utilidad, dado que éste es un concepto subjetivo ya que no reporta lo mismo para otra persona. Por ello más tarde se abandonó esa idea de utilidad como medida de bienestar y se planteó la teoría de la conducta del consumidor en función de sus preferencias (Moreno, 2010).
Las curvas de indiferencia expresan las diferentes combinaciones entre dos productos que reportan la misma satisfacción a un consumidor y que son elegidas sobre otras combinaciones. Ejemplo, todas las combinaciones posibles de Pasteles o películas que reportan a la persona el mismo nivel de utilidad o satisfacción. La curva de indiferencia muestra las preferencias entre dos de bienes y no tiene relación alguna con el dinero o con los precios. A lo largo de la curva de indiferencia cada punto tiene un valor monetario distinto, pero su satisfacción es la misma (Moreno, 2010).
Del mismo modo, si el consumidor tiene la elección de aumentar el número de pasteles sin disminuir el número de películas significa que se encuentra ahora en una nueva curva de indiferencia, que le reporta mayor utilidad que la anterior (pasa de la curva I, a la curva II, o de la curva II a la curva III). Por eso se dice que podemos trazar infinitas curvas de indiferencia conformando lo que se conoce como mapa de curvas de indiferencia. Esta es la razón de que las curvas de indiferencia no pueden cortarse unas con otras, dado que se termina el principio del mismo nivel de utilidad.
La pendiente de la curva de indiferencia mide el número de pasteles que el individuo está dispuesto a renunciar para conseguir otra película. El término técnico de esta pendiente es la Tasa Marginal de Sustitución, que nos indica la cantidad de un bien a la que el individuo está dispuesto a renunciar a cambio de una unidad más del otro. Esta relación aumenta o disminuye según la cantidad del bien que ya posea el consumidor. A medida que nos trasladamos a lo largo de la curva de indiferencia aumentamos la cantidad de uno de los productos, cada vez es necesaria una menor cantidad del otro bien para compensar el cambio, por ello que la pendiente de la curva se hace cada vez más recta. Esto es lo que se conoce como relación marginal de sustitución decreciente (Moreno, 2010).
Por definición, a un consumidor le da lo mismo encontrarse en cualquiera de los puntos de una curva de indiferencia dada, pero sí preferiría encontrarse en la curva de indiferencia más alta, dado que mientras más alejado del inicio, mayor será el nivel de satisfacción.
Pero, lo que le cohíbe alcanzar curvas de indiferencia más elevadas, es su restricción presupuestaria. En otras palabras, la curva de indiferencia más alta que puede alcanzar un consumidor es aquella que es tangente a la restricción presupuestaria en de manera tangente. En ese punto de tangencia, tanto la curva como la recta tienen la misma pendiente por lo que, en el punto de tangencia, la pendiente de la Tasa Marginal de Sustitución tiene el mismo valor que la relación de los precios relativos que indica la restricción presupuestaria teniendo así un Principio Básico sobre la decisión del consumidor. Los individuos eligen, en el punto en que la relación marginal de sustitución es igual al precio relativo (Moreno, 2010).
La restricción presupuestaria implica que los bienes de un consumidor están acotados por sus ingresos. En el caso, se puede gastar todo en pasteles o todo el ingreso en películas. La pendiente de esta restricción presupuestaria mide la rapidez (Tasa de cambio) en la que un consumidor puede compensar de un bien por otro, estado dada por los precios relativos de los dos bienes. Por eso es que la restricción presupuestaria está determinada por el ingreso del consumidor y por los precios relativos de los bienes. Pero adquiere más sentido cuando incorporamos el análisis de las curvas de indiferencia, que son las que incorporan las preferencias del consumidor (Moreno, 2010).