Relaciones de Influencia entre lo económico y político

La economía tiene un influencia intrínseca en la manera de gobernar, ejecutar y emplear el poder político de una forma efectiva y eficaz en lo referente a cualquier ejercicio administrativo.

Los primeros orígenes del concepto de gobernabilidad cabe situarlos en la obra de Crozier, Hungtinton y Watanuki (1975), donde se plantea la necesidad de superar el desajuste entre unas demandas sociales en expansión y la crisis financiera y de eficiencia del sector público que caracterizó los 70. La obra que, a modo de informe, pretendía dejar patentes los desafíos de las instituciones públicas ante la cada vez más evidente crisis del Estado del Bienestar, coincidió con la crisis fiscal de los Estados y el surgimiento de una nueva forma de comprender la economía y la política (que se tradujo en un giro de la política económica hacia formas más reguladoras de intervención pública en la economía). Así, corrientes como el neoclasicismo y la elección social aportaron nuevos argumentos para cambiar los límites de un Estado que se había mostrado incapaz de hacer frente a las necesidades de crecimiento de una ciudadanía acostumbrada a altos niveles de bienestar. Fue entonces cuando muchos de los paradigmas de las teorías económica y política fueron puestos en entredicho, cobrando más importancia los modelos o explicaciones que justificaban el avance hacia otra forma de gestión e intervención pública. Lo importante, empero, para el objeto de este trabajo es que, en este primera época, se entendió por gobernabilidad la distancia entre las demandas sociales y la habilidad de las instituciones públicas para satisfacerlas; así pues, la gobernabilidad se definía, en sentido amplio, como la capacidad de las instituciones públicas de hacer frente a los desafíos que confronta, sean éstos retos u oportunidades (Oriol Prats, 2003: 02).

El estudio del tema debe ocuparse ante todo de las modalidades que ha adoptado la lucha económica entre los Estados: variaciones acaecidas en la política de intercambios; competencias entabladas en torno a los mercados de exportación, a las reservas de materias primas o a las grandes vías de comunicación marítima; guerras de tarifas aduaneras y medidas de embargo o de boicot encaminadas a paralizar las relaciones comerciales.

Pero, desde la perspectiva en que se sitúa el historiador de las relaciones internacionales, el estudio de los mecanismos económicos no constituye el principal centro de interés. Lo que verdaderamente importa es determinar la naturaleza de los vínculos que han existido entre la rivalidad de los intereses materiales y la contraposición de los intereses políticos, y que pueden tener una significación y un alcance radicalmente distintos. Este es el criterio que debe orientar aquí el examen de las influencias recíprocas entre lo económico y lo político.