La industria del narcotráfico
Negocio del narcotráfico
En este punto es menester resaltar que el solo cultivo de la planta de coca no es detonante suficiente para justificar el difícil escenario de violencia y guerra vivido en las últimas décadas en Colombia.
El origen de la coca proviene de América del Sur, de sus valles andinos y selvas amazónicas, y cuya planta era, desde épocas inmemoriales para los incas, chibchas, arahuacos y demás comunidades indígenas, recurrentemente utilizada en rituales religiosos o como medicina, dada sus naturales características restauradores (Bula, 2011, p.209). Fue hace apenas 150 años que científicos alemanes aislaron de las hojas de coca el alcaloide conocido como cocaína y a partir de ahí, se iniciarían los procesos de transformación ilícita que generan la cocaína como una droga altamente adictiva y con unos elevados niveles de utilidad, atrayendo actores armados en busca de financiación para sus actividades.
Como resultado de lo anterior, en países como Colombia, donde no solamente se encuentra la hoja de coca sino que también se procesa para obtener cocaína como resultado final, con grandes márgenes de utilidad, hizo que incidiera la forma como grupos armados ilegales vinculados con el narcotráfico obtuvieran grandes riquezas y métodos de financiación.
En este mismo sentido, también es pertinente resaltar que países tradicionalmente cultivadores de hoja de coca, como Bolivia, donde no ocurren las cadenas de transformación, el consumo de hoja de coca tiene una connotación eminentemente cultural, y que no condicionan la aparición de confrontaciones armadas violentas en torno al control de esta práctica.
Estado y narcotráfico
La industria del narcotráfico se sostiene en un análisis coste-beneficio, en el que la ausencia de control estatal representa un factor que hace sustancialmente rentable y atractivo incursionar en dinámicas de ilicitud. Todo esto, debido a que un Estado desestructurado establece un escenario de debilidad que ha de reflejarse inevitablemente en ausencia de presión armada, instituciones corruptibles y altos índices de impunidad.
Estas condiciones constituyen los requerimientos necesarios para facilitar el establecimiento de las cadenas de producción y posterior transformación de las drogas ilícitas.
Adicional a ello, la simultanea existencia de factores como el medio físico, la predisposición geográfica, pobreza, exclusión política y desigualdad social, propician que algunos estados sean más proclives al surgimiento de actividades de narcotráfico y el afianzamiento de estas actividades con el paso del tiempo, sino se toman medidas de peso para contrarrestarlas.
Por ello en el caso colombiano aún la industria del narcotráfico encuentra un ambiente fértil y propicio para que su actividad pueda desarrollarse de forma prospera, pese a los ingentes esfuerzos del gobierno nacional, pues esta actividad se ve favorecida por las agrestes y favorables condiciones y extensiones de la geografía del territorio colombiano, y la debilidad del Estado para ejercer un control efectivo de la población y el territorio en general.
Población y narcotráfico
La producción de cultivos de drogas se encuentra generalmente en poblaciones alejadas, marginadas social y económicamente, donde sus pobladores no se hacen ricos por su participación en el comercio tradicional.
Los agricultores ganan sólo el 1% de la renta mundial de las drogas ilícitas y por lo general, se representan por campesinos con pequeñas propiedades, quienes afrontan difíciles condiciones de participación en los mercados para los cultivos lícitos; como son los altos costos de transporte, el acceso a los mercados de las zonas aisladas, altos niveles de inversión para los cultivos alternativos, sin contar el acceso extremadamente limitado al crédito proveniente de los sectores de endeudamiento tradicionales. Estas circunstancias hacen que la participación de los agricultores pobres en la producción de los cultivos de drogas se derive de la falta de opciones, es decir es impulsada por la necesidad, no por la codicia (Jelsma, 2001, p. 26).
Por lo tanto la producción y el tráfico de los cultivos de drogas se facilita cuando el control del gobierno y la aplicación militar o policial es mínima, o por lo menos se pueden mantener a raya, por lo cual los criminales que controlan el tráfico ilícito naturalmente prefieren entornos de producción y de tránsito con la infraestructura económica y de gobierno limitado.
Con base en todo lo anterior, se puede sustentar que los elementos de orden político que originaron conflictos como el colombiano han dado paso al escalamiento de los mismos, producto del combustible financiero obtenido en el tráfico de estupefacientes.
Según Chernick (2012. p. 239), la bonanza de la industria del narcotráfico en Colombia resulta consecuente con la reducción significativa de la producción de droga en Bolivia y Perú, que según datos proporcionado por la DEA, entre 1995 y 2000 descendieron en un 70%-75% aproximadamente, ocasionando una migración de los cultivos de coca hacia Colombia, centralizando el cultivo de coca y el procesamiento de cocaína en nuestro país; y adicional a ello, teniendo repercusiones directas en los principales actores armados ilegales del conflicto armado colombiano.