Esquema de equilibro basado en el poder

Este escenario se reflejaba en un momento donde el sistema internacional había estado fundamentado bajo un esquema de equilibrio del poder. Dicho sistema empezó a desarrollarse en Europa cuando fracasó el intento medieval de un imperio universal (impulsado, entre otros por el Sacro Imperio Romano, Inglaterra, Francia, Papado, Países Bajos, Austria y Portugal principalmente).

Ante el dilema de que el viejo continente poseía muchos Estados con fuerzas casi parejas, se podían presentar dos alternativas: 1) se formaba un Estado lo suficientemente poderoso como para dominar a los demás convirtiéndose en un imperio, o 2) que ningún Estado sería lo suficientemente poderoso, entonces sería contenido por una combinación de los demás.

El sistema geopolítico de equilibrio del poder procuró esta última alternativa. Su meta no era evitar las guerras sino mantener la estabilidad y evitar la formación de imperios. Los Estados con potencialidades geopolíticas solo logran su satisfacción cuando alcanzan un alto nivel de poder y dominación. Así, el sistema del equilibrio del poder funcionaba mejor, cuando el nivel de insatisfacción de los Estados era alto.

Sin embargo, concluidas las dos grandes guerras del Siglo XX, el sistema de equilibrio del poder se deslegitima totalmente al probar su inoperancia. El nuevo entorno geopolítico precisa un nuevo modelo.

Henry Kissinger, líder de la diplomacia estadounidense, en la época más crucial de la Guerra Fría, señala que la forma natural de las relaciones internacionales no es el sistema de equilibrio de poder sino el del imperio. Para la mayor parte de la humanidad y en los más largos periodos de la historia, el imperio ha sido el típico modo de gobierno. Los imperios no tienen ningún interés en operar dentro de un sistema internacional; aspiran a ser ellos el sistema internacional (Kissinger, 2010, p. 13).

Sobre el fracaso del sistema de equilibrio del poder, Kissinger considera que en Occidente sólo se han dado tres casos exitosos: las Ciudades – Estado de la antigua Grecia, la Italia Renacentista y el sistema europeo surgido de la Paz de Westfalia.

De acuerdo con Rosalez Ariza, G. (2010, p. 50), el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) junto con la aparición de las armas de destrucción masiva e inicio de la “era atómica”, produjo un acontecimiento sin precedentes en la política internacional: emergieron las “superpotencias” y la “bipolaridad”.

Las superpotencias, llamadas así para diferenciarlas de otras menos importantes, fueron los Estados Unidos de América (EUA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) poseedoras de enormes arsenales atómicos, líderes de dos sistemas políticos antagónicos, capitalismo y comunismo, con similares efectos en las órdenes social y económico. Alrededor de estos colosos se creó un sistema de alianzas que condujo al segundo efecto: la bipolaridad. La lucha por la supremacía mundial se materializó en la “Guerra Fría”.