Principales subsectores
Hoy la industria, pese a la seria crisis que atraviesa, continúa siendo de vital importancia para una buena parte del aparato productivo. Los hilados y los tejidos consumen materias primas de origen nacional, surten de materiales a las empresas de confección de prendas, permiten la comercialización de una amplia gama de productos terminados y generan divisas por concepto de exportaciones. En efecto, cerca de un 50% de su producción se utiliza como insumo intermedio en la producción de otros bienes industrializados; el 50% restante es destinada a la demanda interna (incluido el aumento de existencias) y a las exportaciones. Por otra parte, la producción textil se destina en un 40% al uso final de hogares, un 35% a ka industria de las confecciones, un 17% a las industrias, y un 6% se exporta. En 2002 esta industria produjo cerca del 6% del PIB manufacturero, generó alrededor de 280.000 empleos directos y más de 800.000 indirectos, y las exportaciones superaron US$210 millones. Para 2002, junto con las confecciones, obtuvo ingresos en el exterior por US$790 millones (20.5% de las exportaciones manufactureras y 6.1% del total exportado). Respecto a la inversión, entre 1992 y 1994, la industria ha invertido más de US$500 millones en maquinaria y equipo para su modernización. En esa misma fecha la inversión neta en activos fijos superaba los US$3.000 millones.1
Crisis Estructural del Sector Textil
La industria textil colombiana, hasta los años 70 fue la más avanzada de toda Latinoamérica, pero esto llegó a su fin en 11975 ya que entró en crisis al no poder tener ventaja competitiva con los nuevos mercados entrantes a nivel mundial como lo son los países orientales. Esto se dio debido a que esta solo se concentró en producir y no tuvo en cuenta los nuevos adelantos tecnológicos de la época haciendo que sus equipos quedaran atrasados en el desarrollo internacional.
Sin embargo, para finales de la pasada década, en estos países de la cuenca del Pacifico se incrementaron los costos de mano de obra, debido a los grandes avances logrados en el crecimientos económico y la distribución del ingreso. En 1990 la hora de mano de obra por operario costaba US$2.83 en Singapur; en Corea del Sur, US$3.22 y Taiwán, US$ 4.56. Así se perdió su ventaja por este concepto frente a otras naciones. En consecuencia, han trasladado su producción de prendas a otros países asiáticos con costos más bajos, como Indonesia (US$0.25); India (US$0.72); China (US$0.37) y Filipinas (US$0.67). Colombia, en los primeros años de los noventa, se hallaba en el puesto 35, con un costo de USA$0.90 por hora de trabajo, algo que junto con la originalidad y el buen gusto de sus diseños ha servido para recuperar los mercados internacionales perdidos, pues internamente esta industria predomina sobre la extranjera. (Colombia moda, 1991)2
Un estudio realizado por la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín concluye que el sector textilero y de confección no será competitivo si no reorganiza la administración de sus empresas e invierte en la capacidad de trabajadores, se integra horizontal y no verticalmente, e invierte más en investigación y desarrollo tecnológico. A finales de 1994 la productividad nacional era muy inferior a la internacional. Mientras en Hong Kong, Taiwán o Corea confeccionaban una camisa para hombre en 15 minutos, en Colombia se gastaban 25 minutos (en Estados Unidos sólo 7.6 minutos). Y si se trata de una pantalón para hombre, en los primeros se tardará 35 minutos y en Colombia 55; una falda 18 minutos, y aquí 37.5 minutos. Mientras en Colombia el valor agregado por trabajador de prendas de vestir era US$6.300 por año en 1995, en Estados Unidos era US$40.400; en Corea, US$30.100, y en Malasia, US$6.300.3
A partir de 1992 se vio gravemente afectado este sector industrial debido a la paertura comercial, el contrabando y el lavado de dólares. Esta situación se complementó con la complicada producción de algodón ya que la violencia nacional y la excesiva competencia internacional afectaban su mercado. A mediados de 1993 se tomaron medidas como la fijación de bajos precios en la importación de textiles, la cual volvió a establecerse en 2003 con el fin de proteger el sector que, a partir de 1996 y luego en los primeros años del nuevo siglo, ha mostrado claros signos de recuperación. Su principal amenaza es la baratísima producción china que penetra legalmente por los puertos y de contrabando, facilitando el lavado de dólares.
Industria de Químicos y Derivados del Petróleo
El crecimiento de esta actividad industrial en términos reales, ha superado el de todos los demás en las últimas tres décadas. En 1979 participó en el total de la inversión neta fija del total de la industria con un 5.7%; en 1992, con un 13.3%. En 2002 generó el 14.44% del total del valor agregado industrial; contando la actividad petroquímica, el aporte ascendió al 24.4%. Durante el deterioro económico de 1991 fue el que mayor crecimiento de la producción real tuvo, alrededor del 5%, mientras el total del sector industrial retrocedió cerca de 1%. Esta actividad ha demostrado mejor adaptación a las nuevas tecnologías.
La actividad química, por estar relacionados sus materias con el petróleo y sus derivados, es la más susceptible al mercado internacional del crudo. El mercado externo afecta en mayor grado, si se considera que el país debe importar cerca del 80% de sus fertilizantes nitrogenados (urea) y que éstos son los de mayor importancia en cultivos como el café y el banano. En general, la industria química debe importar cerca del 61% de sus materias primas, lo cual significa que es uno de los sectores más beneficiados con la política de desgravación arancelaria. (Gómez Zapata, 2007)4
Respecto a su concentración geográfica, la fabricación de sustancias químicas industriales, abonos y materiales artificiales como plásticos y resinas de consumo industrial, se concentra en Antioquia (27.8%), Bolívar (19.2%) y Atlántico (20.2%), mientras la fabricación de otros productos químicos como pinturas, medicamentos y cosméticos, se concentra en Bogotá (43.1%) y Valle del Cauca (33.5%). (Cadavid Ramírez, 2012)5
En relación al comercio exterior se ha acentuado el déficit comercial en este renglón. Para 1980 el déficit de la balanza comercial de la industria química ascendía a US$947 millones y para 1999 esta ya alcanzaba las US$1.547 millones después de alcanzar el máximo desequilibrio en el año 1995 con un saldo negativo de US$2.100 millones.
Industria Metalúrgica
La industria metalúrgica está dividida en siderúrgia o metálicas básicas(hierro y acero), manufacturas de hierro y acero y de metales no férreos, y metalmecánica (productos metálicos, maquinaria no eléctrica, material profesional y científico, y artículos eléctricos).
El desarrollo de la actividad siderúrgica se considera otro índice del grado de industrialización de un país. Con la creación de las ferreterías de Pacho, Samacá, La pradera y Amagá se inició, a finales del siglo XIX, esta actividad en Colombia. Su desarrollo posterior se dio con la creación en 1937 de la Empresa Siderúrgica de Medellín (Simesa) y la Siderúrgica Paz de Rió S.A., que se convirtió en una empresa privada a partir de 1961. En 1978, la industria siderúrgica colombiana contaba con ocho compañías, una amplia gama de producción de bienes intermedios y de uso final, y diferentes grados de integración. 6
En los años setenta su desempeño se caracterizó por un proceso de tres etapas: “Una de sustitución de importaciones, entre 1970 y 1974; una de estabilización acompañada de un aumento de las importaciones, entre 1974 y 1978; y un aumento considerable de las importaciones y deducción de la producción interna entre 1978 y 1981”. (Periódico Virtual Colegio Nacional de Comercio, 2010) 6
Mientras que entre 1971 y 1974, la producción de hierro y acero registró un aumento anual promedio del 4.0%, entre 1986 y 1992 fue 3.6%, muy inferior a las exigencias del mercado interno. Por ejemplo, el consumo de acero a principios de los años noventa llegó a unos 2.3 millones de toneladas anuales, excluidas las tuberías, los accesorios y rieles, frente a una producción nacional que apenas pasaba las 800.000 toneladas. Para 1995 el consumo de acero se incrementó en 5.4% gracias al desarrollo de medios de transporte del sector energético, pero descendió en 5.1% el consumo de acero para la construcción, que representa el 48% del consumo total. Con la apertura de la economía, esta industria ha tenido que hacer frente a la competencia de importaciones legales y de contrabando de Trinidad y Tobago, México y Venezuela, y últimamente de China, a precios muy bajos para lograr colocar su producción excedentaria.
Mientras que en 1995 la demanda total valió $7.285 millones, con una producción por $6.387 millones e importaciones por $898 millones, en 2000 la demanda total ascendió a $14.597 millones, con una producción de $10.394 e importaciones por $4.203.
La actividad metalúrgica colombiana no es una de las más competitivas en el mundo, ni siquiera en Latinoamérica. Por esta razón los acuerdos de integración con Venezuela en este renglón han encontrado fuerte resistencia de los industriales nacionales, debido a que la metalurgia colombiana está en inferioridad de condiciones frente a la venezolana.
Industria del Cemento
Al igual que la industria textil, la del cemento se inició en Colombia a principios. De este siglo con la creación de Cementos Samper en Bogotá en 1909, con una producción de 8 a 10 toneladas de cemento por día. Pero sólo a partir de 1927 nació la moderna industria cementera con la iniciación de la producción en Cementos Diamante, en Apulo.7
Aunque el número de plantas apenas ha aumentado en 3 durante los últimos 25 años (para inicios de los años noventa se contaba con 18 plantas), la capacidad instalada se ha incrementado de 3.240.000 toneladas en 1970 a 9.675.000, llegando a una producción de casi 7 millones de toneladas en el 2003.
De unas 20 plantas, 17 producen clinker y cemento (proceso completo); solamente uno produce cemento blanco (el cual es minuciosamente preparado para obtener pureza); y otra, Hércules, produce a la vez cemento blanco, gris y otros especiales.
Una de las principales características de esta actividad es la concentración de la producción en pocas manos y grandes empresas, constituyéndose en un típico oligopolio. Este esquema era operado hasta mediados de 1996por empresas colombianas. Con el ingreso de la compañía mexicana Cemex al mercado colombiano se rompió esa estructura de tendencia, pero se acentúa el oligopolio, dado que Cemex se apoderó de una porción mayor de 50% del mercado colombiano. Esta concentración se debe a la naturaleza misma de esta industria, pues la instalación de plantas pequeñas resulta antieconómica. Sin embargo, esta alta concentración de la producción facilita el aprovechamiento de las economías a escala, pues pueden integrar en mejor forma los diferentes procesos de la producción.
Cabe destacar la eficiencia del sector en cuanto al aprovechamiento de su capacidad instalada. En promedio, entre 1970 y 1979, se utilizó 87.9%, y entre 1980 y 1989 el 85.2%. Para 1990 la caída del 6.7% del sector de la construcción se reflejó en la disminución del nivel de aprovechamiento a cerca de un 79% de la capacidad instalada, pasando a casi 90% en 1993, gracias a la sostenida bonanza de la actividad edificadora.
Esta industria no ha podido desarrollar toda su potencialidad en razón de que los controles al precio interno en varias épocas constituyeron un desestímulo. Dentro de una política de apertura los controles de precios no tendrán ningún sentido económico, pues la competencia extranjera no debe permitir la fijación abusiva de precios por cualquier “cartel”. (Periódico Virtual Colegio Nacional de Comercio, 2010) 6
Existe cierto grado de concentración geográfica de la industria, pues ocho de las plantas se encuentran en Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes; cinco en Antioquia y Caldas; y tres en la Costa Atlántica, desde donde exportan el mercado del Caribe. Además, el intercambio entre las diferentes regiones del país, salvo el traslado de excedentes del centro del país hacia zonas periféricas en los últimos años, es muy escaso, porque los altos precios del trasporte inciden mucho en el precio final del producto.
Las principales características económicas de esta actividad se pueden resumir en la alta participación del valor agregado al PIB, el bajo coeficiente entre empleo y producción bruta y el valor agregado, en la intensidad del uso de insumos energéticos y capital, la poca dependencia de la importación de bienes intermedios, la separación de mercados regionales y finalmente, la producción interna con alta competitividad internacional.
En América Latina, Colombia ocupa el cuarto lugar. Este tiene importancia relativa pues, en 1989, el país participó con cerca de 8% del total de la producción, aunque sin alcanzar lo logrado en 1960, cuando aportó el 9.12%. Como en la mayoría de actividades industriales, Argentina, Brasil y México predominan; su aporte conjunto se aproxima a un 70%.
Como indicador del auge de una economía, el consumo per cápita de cemento es significativo. Aunque América Latina se encuentra por encima del promedio mundial (230 frente a 195 kilos per cápita, respectivamente, a finales de los años ochenta), Colombia muestra un índice bastante precario: 188 kilos/per cápita a mediados de 1993.
En cuanto a exportación, a partir de 1986 se ha venido mejorando el volumen. Mientras las exportaciones en 1970 fueron de 283.500 toneladas, para 1990 éstas ascendieron a 1.349.712 toneladas, el mayor volumen durante el periodo, de las cuales un 60% era cemento Pórtland (gris y blanco) y el resto, cemento clinker. Es de anotar que en algunos años ha salido, ilegalmente a Venezuela y Ecuador, volúmenes considerables que suman al consumo per cápita colombiano.