Modelo de crecimiento en la industria manufacturera colombiana

La participación del sector manufacturero de un país en el Producto Interno Bruto PIB indica el grado de desarollo económico de esa nación; por esto es importante la participación de los sectores de indutria y de servicios ya que estos ofrecen el mayor valor agregado a la producción total nacional. Un ejemplo de esto se ve reflejado en las cifras obtenidas en 2001, donde la producción bruta de la industria alcanzó los $66.974.898.706; la producción a mediados de este mismo año alcanzó los $38.124.892.688 y el valor agregado alcanzó los $28.850.006.018, indicando la importancia de este sector en los procesos económicos del país.

El desarrollo del sector industrial de la economía colombiana se caracterizó, desde sus inicios hasta 1989, por estar amparado gracias al modelo de sustitución de importaciones, el cual se basaba en una elevada protección a la producción nacional completada con la política de crédito de fomento, con tasas de interés subsidiadas por el Estado, para estimular el mercado interno. Con este esquema, Colombia logró importantes avances en términos de crecimiento del PIB y del ingreso percápita en un marco de relativa estabilidad, pues no se registrado niveles de inflación incontrolables, y obtuvo cierto grado de diversificación de las exportaciones. Antes de 1989, la producción industrial se orientó un 92% hacía el mercado interno y solo dejó un 8% para exportación, lo cual indica la gran dependencia de la industria del mercado local. Otros países con un grado de desarrollo similar, dan al menos un 20% de su producción industrial a la exportación. Países con vocación exportadora colocan entre el 40% y el 50% de su producción industrial en los mercados internacionales.

Debido a este modelo de crecimiento de producir solo "hacia dentro" del país, la participación del sector manufacturero en el PIB se redujo se fue agotando al pasar los años. Después de esto, creció constantemente a partir de 1950, hasta llegar a su máxima participación en 1974 al registrar 23,5%. Ya en el 2002, debido a la caída que tuvo en años posteriores, se ubicó por debajo del 14,51% generando así que la nación no se tomara como país en desarrollo, según cálculos de la ANDI.

En los años 90 se evidenció la decadencia de disponibilidad en la mano de obra calificada con la que cuenta el país. Esto se subsanaba con la contratación de estudiantes del SENA en su mayoría. El crecimiento industrial también se ha visto afectado por el aumento en muchos de sus costos laborales debidos a leyes y reformas tributarias, aunque en un intento de disminuir el impacto de estas, se implementó la Ley 789 de 2002. Adicional a esto, la industria también ha sufrido por la llegada de nuevos competidores, al tener que lidiar con importaciones de productos a más bajos precios de los que se manejan localmente, así que esto ha hecho que algunos los productores nacionales se conviertan en comercializadores para fortalecer su empresa o evitar caer en bancarrota. Sumado a estas importaciones, también han sido afectados por las cantidades inmesurables de productos de contrabando.

A los cinco años de la apertura comercial en Colombia, se realizó un analisis (1990-95), sobre una muestra de 900 industrias ubicadas en 28 municipios del país. Esto indicó que durante este lapso el 34.5% de los empresarios que financiaron las inversiones realizadas habían repercutido en aumentos importantes en el valor agregado por trabajador. Respecto a la comercialización, el 87% de las empresas dijo haber obtenido mayor conocimiento de las necesidades de sus clientes; 83%, de la competencia. En 2005 la participación de los créditos bancarios permaneció en un porcentaje similar.[1]

Una rápida evaluación del desempeño industrial hasta 2004 muestra que con el mercado competitivo del país, bajando costos de producción y con la mejora del salario, aunque se hayan tenido deficit en años anteriores, el crecimiento de la industria ha sido siempre sostenido.

Hay que resaltar a la Asociación Nacional de Industriales ANDI, ya que esta entidad propicia la libre empresa, el trato digno de las personas, la democracia, la educación de los ciudadanos y la propiedad privada. Además también, interviene ante las ramas legislativa y ejecutiva para impulsar la expedición de normas de conveniencia nacional. Esta entidad gremial, fundada el 11 de septiembre de 1944 en Medellín, tiene sedes en las ciudades más importantes del país, contando así con más de 650 afiliados que representan diversas actividades industriales.

Salarios y productividad en el sector manufacturero

La reconvención industrial es el cambio de activos fijos por otros nuevos, por esto es parte primordial en la modernización del sector económico. Esta ayuda a tener cambios significativos en el desarrollo general, en el mercado, en la investigación y en la producción. También implica que la calidad de lo producido incrementa notoriamente, para así tener una excelente mercancía y poder competir codo a codo con grandes productores. La productividad factorial total en el país se ha triplicado en los últimos 30 años y a su vez, el petróleo y el sector textil han aumentado la productividad laboral unitaria. Al hacer cálculos entre el sector agropecuario y la manofactura, se observa que el promedio de ganancias por trabajador del primer sector es tres veces menor al del segundo, esto explicaría el por qué del valor total del salario promedio rural y el industrial (un ejemplo de esto es la ocmparación del promedio de ganancias de un directivo de empresa que pasa de los 13.5 salarios mínimos legales, y el promedio del de una pequeña empresa que apenas percibía).

En cuanto al mercado artesanal, ha tenido mucha más baja en sus ganancias, incluso menores que las obtenidas por el sector agrícola. La idea de comercializar las artesanías es impulsar el comercio por su atractivo y así generar ingresos por la mano de obra puesta en ellas, pero a pesar de esto, sus ingresos son bajísimos, afectando la calidad de vida del artesano. Algunos comerciantes han hecho gastos en nuevas técnicas de producción para mejorar la calidad y la eficiencia en las artesanías y se han hecho partícipes de las exposiciones artesanales par dar a conocer sus productos, haciendo que sus ingresos y los de sus artesanos sean un poco más elevados. De situaciones de negocios como estos, nacen las microempresas.

La microempresa es un ente productivo a pequeña escala, que permite generar nuevos puestos laborales con un mínimo de inversión. No necesariamente son empresas artesanales sino que apuestan a crecer y maximizar ganacias y beneficios, a traves de las exportaciones o trabajos locales. En esta instancia es donde se debe apostar por empleos de alta productividad para así generar mejores productos que aporten significativamente a la economía nacional.

Por otro lado, la productividad laboral unitaria en el sector de la industria pasó de $12.209.000 de pesos en 1974 a $29.694.000 en 2000 con una variación promedio anual del 5.71%, siendo los sectores de textiles y de la refinación de petróleo los más destacados. A su vez, la productividad total factorial; es decir, aquella por encima de la suma de factores e insumos involucrados en proceso productivo, casi se ha triplicado en los últimos 30 años.

Aunque tanto en el sector agropecuario como el manufacturero la productividad presenta gran diversidad de cifras, es evidente que el promedio en el sector agropecuario es aproximadamente tres veces menor que en el sector manufacturero, en el cual también se presentan apreciables diferencias. O sea, que si la productividad media en el campo fuera de $100 por trabajador, en la industria seria de $300 por trabajador. Esto explica el porqué de la acentuada diferencia entre el salario promedio rural y el de la industria. En general, con excepción de los cultivos tecnificados, apenas si se superan las cifras de salario mínimo, y en muchas regiones, como Nariño, Cauca y los antes llamados territorios nacionales, se incumple la ley.

Se ha dicho que el bajo costo de la mano de obra local es un factor a favor de la indutria, pero si se toma en cuenta el elevado costo de prestaciones y recargos, es bastante alto e impredecible, ya que varía según las actividades que pueda hacer el empleado. En contraste a esto, con la muy necesaria Ley 50 de 1990 se desmontó la retroactividad de las cesantías convirtiendolas actualmente en una carga pesada dentro de los costos de seguridad social. Hacia un pleno empleo, misiones como la de la OIT y la Chenery señalaron con antelación la necesidad de flexibilizar algunos puntos en la legislación colombiana, porque iban a terminar produciendo un nivel elevado de desempleo. Entre los puntos que recomendaban revisar estaban el período de prueba, se sugería ampliarlo a seis meses, el sistema de liquidación de cesantías, cuya administración paso según la ley a manos privadas diferentes de la empresa; el tema de los contratos a término fijo, que pasaron de un límite máximo de tres meses a un año, y el desestimulo a la proliferación de empresas temporales de empleos, lo que logró la nueva ley.[2]