Tratato de Libre Comercio entre Colombia y otros países

Los acuerdos comerciales que ha firmado Colombia con otros países de manera bilateral o multilateral, han hecho que el país afronte nuevos retos, en los cuales se ha tenido que preparar para no quedar atrás frente a otras naciones. Colombia por su vocación agrícola, siempre ha podido producir para exportar y autobastecerse. Actualmente Colombia tiene los siguientes acuerdos de comercio: Tratado de Libre Comercio con México, El Salvador, Guatemala, Honduras, Chile, Canadá, Estados Unidos y los Estados AELC (EFTA), CAN, CARICOM, CAN - MERCOSUR y el Acuerdo de complementación económica N° 49 celebrado entre Colombia y la República de Cuba.

El Tratado de Libre Comercio es el acuerdo internacional principal que Colombia tiene con Estados Unidos, debido al interes que genera el poder ingresar al mercado norteamericano. Las dicusiones en torno a los pro y contra de los tratados internacionales se dan en el contexto del sector agrícola ya que de estos mismos acuerdos dependen los microempresarios, ya que para no quedar en bancarrota deben tener una buena producción con base en la demanda nueva que se genera al abrir las fronteras a mercados de otros países.

Jorge Ramírez Ocampo, en el libro, ¿No TLC? El impacto del tratado en la economía colombiana (2007), asegura que “la firma del TLC con Estados Unidos abre para Colombia la puerta del mercado de importación más grande y uno de los más dinámicos del mundo. Esta es una oportunidad que el país tiene que evaluar en toda su dimensión y que no puede desaprovechar, en especial si se tiene en cuenta que solo 16 países, incluido Colombia, poseen actualmente TLC con Estados Unidos”.

Una de las grandes ventajas de obtener el TLC con Estados Unidos en especial es que el mercado es muy amplio para los productos nacionales, y el productor nacional que sale a compertir en él, dispone de facilidades de entrada a ese país, puede obtener mejores granancias por los precios que se manejan allá y dependiendo de su calidad, puede establecer firmemente su negocio y darse a conocer.

Por otra parte, haciendo un análisis sobre el estado general del sector agrícola colombiano, actualmente el Estado ha restado importancia al campo, dado que los sectores minero y petrolero están en su mayor punto de auge; por ende, el campesinado colombiano se siente abandonado por el Gobierno.

El autor Carlos Felipe Jaramillo, en su escrito "Crisis y Transformación de la agricultura colombiana 1990-2000", del Fondo de Cultura Económica (2002, p. 32), manifiresta que “el sector agropecuario ha desempeñado tradicionalmente un papel estratégico en la economía del país. Su participación promedio en el PIB total, entre 1990 y 2006, fue de 14,5%, superior a la del sector en el resto de los países de América Latina y el Caribe, que en promedio alcanzó 7%". Estas cifras confirman la gran importancia del sector en la economía y el empleo del país, y demuestran que el sector tiene un futuro prometedor tanto nacional como internacionalmente hablando.

Adicionalmente, como lo plasma Saolomon Kalmanovitz, y Enrique López en el texto "La Agricultura colombiana en el siglo XX" (2006), “en el caso particular de Colombia, este período se caracterizó por el recrudecimiento de la violencia, la cual afectó el campo principalmente a través de su impacto en las condiciones de seguridad para hacer negocios en el ámbito rural, así como por el aumento del fenómeno de desplazamiento forzado de la población rural”.

Según cifras del DNP (2007), el sector agropecuario ha tenido un alza de producción importante haciendo que se recupere. “Las áreas sembradas pasaron de 3,8 a 4,4 millones de hectáreas, lo que representó un crecimiento de 15,6%. Durante el mismo período, el volumen de la producción pasó de 19.182 a 24.067 millones de toneladas con un crecimiento de 27,1%, en tanto que el valor de la producción agrícola sin cultivos ilícitos creció de 9,3 a 11,1 billones de pesos de 1994, equivalentes a un incremento del 19%”. De acuerdo con la clasificación de ámbito agropecuario de la OMC, el valor de las exportaciones agroindustriales aumentó un 22% entre 1998 y 2006. Para el 2006, el DNP mostro que “la participación del PIB agropecuario sin cultivos ilícitos en el PIB total fue del 11,4%, las exportaciones agropecuarias llegaron a 4.888 millones de dólares y el sector agropecuario ocupó laboralmente a 3,6 millones de personas”. Junto con esta recuperación del sector, se han presentado cambios en la producción y la composición de la misma, ya que esto ayuda a detectar qué productos generan mayores ganancias y cuales no tantas, como el caso de los cereales, donde decidieron contraer su producción para darle paso a productos de alta demanada como el caso de la palma de aceite, las aves, los pescados, las frutas y las hortalizas. Esta adecuación al mercado exterior permite que las exportaciones tengan un valor más elevado y así ayuden a la generación de divisas a la economía nacional; esto hace del sector agrícola una de las principales fuentes de ingresos del país.

Pese a los buenos cambios que ha tenido la agricultura colombiana, esta aún presenta dificultades en cuanto a la competitividad internacional, ya que los costos de producción aumentan, pero el precio del producto en el exterior sigue aún mucho más bajo que la oferta de otros países. Esto también se debe a la falta de estudios de los recursos con los que se cuentan para poder explotar muchos más beneficios que le aporten al agro; las tecnologías son limitadas y de difícil acceso, haciendo que la producción no tenga la calidad ni la rapidez necesaria para subir de nivel competitivo.

Entre 2002 y 2006, las mejores condiciones económicas del país se han reflejado positivamente en la situación social del campo, pues la cifra de pobreza se ha reducido en algo más de siete puntos porcentuales, pasando de 70,1% a 62,1% de la población rural MERPD (2006). No obstante, la situación no deja ser preocupante en la medida en que la proporción de pobres es mucho mayor en las zonas rurales que en las urbanas, donde alcanza 39,1%. Esta preocupación se reafirma si se considera que la productividad del trabajo campesino presentó una tendencia decreciente desde principios de los años noventa. Así, sólo en 2005 se volvió a alcanzar los niveles de 1994, lo que significa que ha habido un estancamiento de los salarios reales en el campo y una diferenciación importante frente a los salarios reales urbanos. En efecto, los ingresos promedio mensuales del ocupado rural equivalían, en 2005, a 40%de los ingresos del ocupado urbano mientras 68% de los ocupados rurales devengaban menos de un salario mínimo (Leibovich 2006).