Funciones básicas del sistema político

La primera función es la de establecer parámetros sobre lo correcto o incorrecto, o las regulaciones sobre ciertos aspectos, lo cual hace el sistema político, entre otras formas, definiendo leyes. La segunda función es la de hacer cumplir dichas leyes. Cuando una o ambas funciones del sistema político se ven afectadas por el ambiente, conlleva a que se produzcan transformaciones (Easton, 1955).

Por ejemplo, es posible que cierta situación que ocurre en el sistema económico, como puede ser una crisis, redunde en que aumente el desempleo en el sistema social. Esto a su vez incitará que un grupo de ciudadanos, llevados a condiciones de precariedad, opten por la violación de algunas leyes para poder sobrevivir, pero esto, se convierte en una perturbación negativa para el sistema político porque su función es hacer cumplir los valores que define. Por lo tanto, estas perturbaciones, producidas en el ambiente, requerirán que el sistema político actúe, bien sea sobre sí mismo, o sobre los sistemas social y económico para recuperar la estabilidad perdida en sus funciones. Si un sistema no es capaz de responder adecuadamente a las perturbaciones que produce su ambiente, puede terminar colapsando, aunque lo usual es que más o menos logre dar respuesta al menos para evitar pasar del punto crítico en el que ya no se puede recuperar.

Las perturbaciones, es decir, los elementos de un sistema que actúan sobre otro, son analizados en este enfoque como inputs y outputs. Esta generalización permite visualizar que entre los sistemas hay permanentes y múltiples relaciones de intercambio. Los outputs de un sistema (las salidas), se convierten en los inputs de otro sistema (las entradas). Ahora bien, dado que puede haber una enorme cantidad de inputs, actuando sobre cada sistema, Easton reduce a dos los tipos de inputs que es pertinente analizar en el caso del sistema político: los apoyos y las demandas. A la vez, los outputs relevantes del sistema político son dos: las decisiones y las acciones de la autoridad. Desde este enfoque lo importante es observar cuáles son los apoyos y demandas que desde el ambiente, impulsan y exigen que se produzcan decisiones y acciones por parte de la autoridad.

Nótese que hasta este punto, no se ha mencionado ni una sola vez al Estado. Esto es porque a diferencia de los anteriores dos enfoques (la Public Choice y en Institucionalismo), para el análisis sistémico de la política el Estado resulta ser prácticamente irrelevante. Según esta postura, el Estado no es más que una de las piezas que conforman el sistema político, pero en solitario, no tiene un papel significativo. De hecho, este enfoque lo asume como “una caja negra” dentro de la cual no es necesario mirar. Lo que hay que observar son los inputs y los outputs.

El modelo de los sistemas implica un permanente dinamismo. Así, los inputs del sistema político actúan sobre los demás sistemas, haciendo que estos a su vez retroalimenten, mediante sus propios outputs, al sistema político. La teoría reconoce este proceso como circuito de retroalimentación (feedback loop), el cual es importante identificar porque ayuda a explicar la forma como el sistema enfrenta las tensiones producidas por las perturbaciones (1973, pág. 228). Ahora bien, es importante tener en cuenta que aunque esta teoría tiene a los sistemas como epicentro del análisis, no es porque los considere en sí mismos actores independientes o con vida propia, sino que quienes toman decisiones y actúan, en el caso del sistema político, son puntualmente las autoridades. Pero esto no significa tampoco que las autoridades actúen independientemente del sistema, pues la posibilidad de que éstas sigan ocupando la posición que tienen en el sistema político, depende de que manejen bien los inputs que reciben y que produzcan los outputs apropiados.

Uniendo todos estos elementos, tenemos que el ciclo de retroalimentación consta de los outputs que producen las autoridades, los cuales causan efectos sobre los miembros de la sociedad, lo que los lleva a producir nuevos outputs, que regresa a las autoridades en forma de información sobre la reacción de los miembros de la sociedad, lo que alimenta la producción de nuevos outputs. Y esto lleva a un nuevo ciclo de outputs, respuesta, retroalimentación de información y, nuevamente, decisiones y acciones por parte de las autoridades (Easton, 1973, pág. 228).

Este circuito es sintetizado por Easton de la siguiente forma: “El análisis sistémico de la vida política se apoya, pues, en la idea de que los sistemas están insertos en un ambiente y sujetos a posibles influencias ambientales, que amenazan con llevar sus variables esenciales más allá de su margen crítico. Ello induce a suponer que el sistema, para persistir, debe ser capaz de reaccionar con medidas que atenúen la tensión. Las acciones emprendidas por las autoridades son particularmente críticas en este aspecto; para que puedan llevarlas a cabo, necesitan obtener información sobre lo que ocurre, a fin de reaccionar en la medida que lo deseen o se vean obligados a ello. Contando con información, estarán en condiciones de mantener un nivel mínimo de apoyo para el sistema.” (1973, pág. 230).