Persistencia de una idea

Esto desató en los medios de comunicación de la época una verdadera tormenta verbal, que llegó a sus máximos niveles en los meses de abril, mayo y junio de 1976, y que empezó en “El Tiempo” del 4 de abril, al destacar que “el ejército anunció ayer la creación de la Universidad Nacional Nocturna, para capacitar no sólo a los militares sino a los civiles”. Y el 15 de dicho mes, el mismo periódico informó:

“El general Camacho Leyva responde las críticas que se hicieron al proyecto de creación de la Universidad Militar por parte de los educadores Gerardo Molina y Luis Carlos Pérez, quienes ocuparon la rectoría de la Universidad Nacional de Colombia, clausurada hace dos semanas por el gobierno. También anunció Camacho que en la Universidad Militar no habría huelgas”.

Ya abiertamente tomando partido contra la idea inicial, “El Tiempo” editorializó el 3 de mayo del referido año:

“Con nuestras Fuerzas Armadas tenemos deuda incancelable. Por su espíritu de sacrificio, su labor incansable en la lucha contra la violencia. Pero esa combinación que pretenden para ser rectores de una juventud universitaria, no les conviene”.

Y el 8 del mismo mes, volvió sobre el asunto:

“El gobierno no puede crear una Universidad Militar por disposición ejecutiva, aclaró ayer el Ministro de Educación, Hernando Durán Dussán”.

Ya el 2 de mayo siguiente, “El Tiempo” dio la noticia:

“A pesar de todas las críticas y comentarios desfavorables, la Universidad Militar abrió ayer las inscripciones para los jóvenes que aspiran a realizar estudios superiores en sus aulas, a tiempo que los altos mandos de las Fuerzas Armadas anunciaron su propósito de comenzar labores académicas a partir del 5 de julio próximo”.

Este mes de mayo fue el de la gran polémica. El día 6, “El Espectador” comentó:

“El funcionamiento de la Universidad Militar no demandará gastos a la nación, ya que la idea principal es la de que ésta se sostenga con sus propios ingresos”.

El 10 del citado mes, Alonso Aragón Quintero escribió en “El Pueblo”:

“Con la proyectada Universidad Militar se está haciendo escándalo farisaico y tempestad en un vaso de agua, porque a más de crear cupos en una institución que seguramente será bien organizada y seria, la preparación jurídica universitaria de la oficialidad, lejos de ser perjudicial, reafirmará el tradicional respeto de las fuerzas armadas por las normas del derecho, las instituciones legítimas, y la voluntad del pueblo colombiano democráticamente expresada”.

Y el 2, informó “El Colombiano”:

“Explicó el general Varón Valencia que desde 1962, por medio del Decreto 2422, se aprobó la creación de la Universidad Militar, que inicialmente admitiría a oficiales del ejército, lo mismo que a sus hijos y familiares cercanos. Señaló que el año pasado se dio actualidad al antiguo decreto, y por medio de uno nuevo, el l764 del 75, se reformaron algunos de sus artículos para que se acomodara más a la realidad actual”.

El 12, en “El Espectador”, Gerardo Molina escribió:

“Nosotros somos decididos partidarios de que los miembros de las Fuerzas Armadas reciban enseñanza superior, pero lo indicado es que acudan a las Universidades existentes para que aprendan a convivir con los civiles y vean desde una perspectiva más amplia la realidad colombiana”.

El 13 de mayo, volvió “El Tiempo”, con: “

En cuanto a la proyectada Universidad Militar, también ha sido tan lógico como preciso el ministro Durán, al explicar cuáles son las limitaciones de orden legal que imposibilitan el funcionamiento de una entidad del carácter que tendría la que se ha anunciado desde alguno de los mandos militares”.

El día 15, apareció otro titular en “El Tiempo”:

“Inevitablemente y por sus pasos lógicos y pedagógicos contados, se llega a la conclusión de que la culpa de una Universidad Militar, la tiene el rotundo fracaso de la Universidad Nacional y Civil”.

El 18, hubo dos comentarios en el mismo periódico. Uno, firmado por Andrés Holguín:

“¿La Universidad Militar? Más que un error jurídico me parece un error práctico. Asignarle más funciones a las Fuerzas Armadas no tiende a hacerlas más importantes, sino a alejarlas de su función específica”. El otro lo firmaba Luis Carlos Galán: “En cuanto al tema mismo del debate creo que refleja muchas cosas: en primer término la realidad de unas Fuerzas Armadas que evolucionan con espíritu modernoy tienen interés en fortalecer sus equipos humanos, desde el punto de vista intelectual y científico”.

Al día siguiente, “La República” opinó:

“Consideramos de gran importancia para el futuro del país y en especial de sus nuevas generaciones, la iniciativa de establecer una universidad nueva en la que el espíritu de amor y respeto a los valores auténticos de la nación, no sean sustituidos por consignas de odio que se recitan como letanías de sumisión a sistemas políticos ajenos a nuestra patria”.

Esto, quizás como respuesta a lo que Luis Carlos Pérez había publicado el 17 del mismo mes en la Revista Alternativa:

“La Universidad Militar que anuncian los altos mandos del ejército tiene la incuestionable intención de sustituir a la universidad pública. Regimentará la vida de estudiantes y profesores para educarlos en la política de la sumisión dentro del sistema jerárquico establecido en las fuerzas armadas; la voz de mando viene de arriba y los de abajo no tienen otra misión que obedecer. La universidad militar será el mayor peligro para la democracia en Colombia”

Para continuar la polémica, el 20 de mayo, en “El Espectador”, escribió Hernando Giraldo:

“La Universidad Militar, severa y disciplinada, será la mejor respuesta al caos y la anarquía imperantes en la Universidad estatal”.

El mismo día, Víctor Sánchez Montenegro escribió en “La República”:

“Indudablemente la Universidad que se pretende completar, y no crear, ya que desde hace más de 8 años existen esas Facultades, pero únicamente con estudios de 2 años, sería una de las mayores garantías de éxito, por su profesorado especial, la disciplina completa militar y los mejores laboratorios de la capital.”

Y al otro día, el editorial de “El Correo”, anotó:

“Nadie desconocería que los estudiantes de una Universidad de esta naturaleza, constituirían un núcleo selecto y privilegiado que daría lugar a la formación de una verdadera y real casta, en el estricto sentido del vocablo. Y a la nación colombiana no la queremos ver labrando su futuro sobre la base de la formación de castas que sembrarían la inestabilidad social y gubernamental”.

Estas son apenas unas muestras de la polémica desatada por el comentario del General Camacho Leyva, porque políticos, educadores y particulares tomaron partido a favor o en contra de la idea. Y desde luego, el Presidente Alfonso López Michelsen era el dueño de la última palabra, y la dijo el primero de junio de 1976, en un discurso en la Escuela Militar de Cadetes:

“¿Será acaso que la oficialidad pertenece a una categoría de ciudadanos a quienes no se les pueden proporcionar los mismos conocimientos que al resto de sus compatriotas?” Y luego reiteró que “Colombia no necesita ya que sus gobiernos tengan un ejército de confianza, sino que basta con tener confianza en el ejército”.

Después de esto, citamos la noticia publicada en el diario “El Tiempo”, el 6 de julio de l.976:

“En un sencillo acto que presidió el comandante del ejército, general Luis Carlos Camacho Leyva, en el teatro de la Escuela Militar de Cadetes, se iniciaron ayer oficialmente las labores académicas nocturnas para las facultades de Ingeniería, Economía y Derecho, de la Universidad Militar”.

Y un año más tarde, se estructura la creación de la Escuela Militar de Medicina, anexa al Hospital Militar, y que luego se llamaría Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, que inició sus labores en el primer semestre de 1979.

Ya con el Decreto Ley 84, del 23 de enero de 1980, firmado por el presidente Julio César Turbay Ayala, el ministro de educación Rodrigo Lloreda Caicedo, y el ministro de defensa, general Camacho Leyva, la Universidad Militar inicia plenamente su fase de desarrollo institucional.

En los años posteriores, la Universidad fue consolidándose. El orden, la disciplina, la calidad de los docentes, la ausencia de huelgas, la seriedad y proyección nacional e internacional de sus estudios, le fueron dando un lugar preponderante en el desarrollo de la educación superior en el país, hasta llegar al 23 de julio de 1982, cuando adquirió marco jurídico legal de organización con los Decretos 754 y 2288; y el Ministerio de Educación Nacional, por Resolución l2975, de la fecha arriba indicada, le reconoce su carácter de Universidad, acto que se consolida el l5 de agosto de l.985 mediante el Decreto Ejecutivo 2273, el cual expresa que “es una institución universitaria y podrá adelantar con arreglo a las disposiciones legales, programas en la modalidad de formación universitaria, en las áreas de ciencias de la salud, ingeniería, economía, derecho, y las demás que el ConsejoDirectivo considere conveniente asumir en dicha modalidad, y en la formación avanzada”.

Posteriormente, con la Ley 30 de 1992 se organizó el servicio público de Educación Superior en el país, y se reconoció a la Universidad en el artículo l37, como una Unidad Administrativa Especial. Lo que se complementó con la Ley 805 del 2 de abril del año 2003, que establece que la Universidad Militar Nueva Granada “es una persona jurídica con autonomía académica, administrativa y financiera, con patrimonio independiente, con capacidad para gobernarse, designar sus propias autoridades, elaborar y manejar su presupuesto de acuerdo con las funciones que le correspondan y dictar sus normas y reglamentos conforme a la presente ley”.

En resumen: ese 5 de julio de 1976 se matricularon 62 estudiantes, y las clases comenzaron en 3 aulas prestadas por la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, para los 3 programas iniciales. Hoy la Universidad tiene más de 16.000 estudiantes, su oferta educativa cubre casi todas las gamas del saber, tiene fuera de los programas de pregrado más de 114 opciones entre, pregrados, especializaciones, y maestrías, ofrece programas a distancia en diferentes disciplinas, y cuenta con tres Sedes: la de la Calle 100, con aulas especiales en sus cinco pisos, laboratorios, centros de sistemas y de idiomas, la administración general y las oficinas de las distintas facultades, capilla, gimnasio, aula máxima, parqueaderos, canchas de deporte, cafeterías, plazoleta de comidas, parque interior, librería, y todos los elementos para el bienestar universitario; la Sede de la Calle 49 donde funciona la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, con edificios de aulas y servicios especiales y uno nuevo de laboratorios, salas de reanimación y simulación con la última tecnología; y la Sede de Cajicá, 75 hectáreas en plena sabana, con extensas zonas verdes y fuentes de agua, amplios salones, corredores, edificaciones confortables, laboratorios de experimentación para todas sus carreras, y servicio especial de transporte en tren para sus estudiantes, profesores y funcionarios. [1]


[1]Morales, H. (2008). Cátedra Neogranadina. Universidad Militar Nueva Granada, Repositorio Institucional UMNG. Páginas 13 - 17. Recuperado de: http://repository.unimilitar.edu.co/handle/10654/10612