CARACTERÍSTICAS DE LOS SISTEMAS ABIERTOS
Haciendo una síntesis de los principales autores, se tienen las siguientes características:
- Sinergia o Totalidad: El todo es mayor que las partes, pero la suma de los óptimos de los subsistemas no es el óptimo del sistema. Los sistemas tienen una identidad propia, como totalidades, dada por su organización, que no puede reducirse a las propiedades o características de sus componentes. El todo ya no se explica por la suma o composición de las partes, sino que se constata que el todo es más que las partes. Aquí lo importante no es la noción de cantidad sino la de relación. La totalidad es la conservación del todo en la acción recíproca de las partes componentes entre sí y con su entorno.[1]
- Dinámica: Los sistemas se transforman a través de cambios internos en los componentes que influyen en el sistema total, cambios del sistema total que influyen en los componentes y cambios del entorno que pueden influir en un componente en particular o en el sistema total.[2]
- Complejidad: En la organización aparecen nuevos subsistemas aumentando la complejidad.[3]
- Recursividad: Dentro de un sistema se desarrollan subsistemas, y dentro de estos subsistemas y así sucesivamente según el nivel de complejidad. La recursividad es definida en términos de una visión simplificada de sí mismo, que corresponde a “historias dentro de las historias, películas dentro de las películas, pinturas dentro de las pinturas...”[4] y al final sistemas dentro de los sistemas.
- Entropía: Corresponde a la tendencia al desorden y envejecimiento progresivo del sistema, que responde a la segunda ley de la termodinámica.
- Homeóstasis: Corresponde al sentido de adaptación, tendencia al equilibrio y balance del sistema a través de procesos. El sistema se estructura a sí mismo como una entidad distinta del medio ambiente, constituyéndose además en un sistema autopoiético y autocreado que se organiza como una red de procesos de producción que regenera y construye continuamente la misma red, realiza la síntesis y destrucción de sus componentes y se constituye en una unidad distinguible en su dominio de existencia.[5]
- Interrelaciones: Las relaciones en un sistema pueden ser entre sus elementos o entre éste y su ambiente y significan intercambios de energía, materia o información. En un momento del sistema, estas relaciones se presentan ordenadamente, como una red estructurada que se visualiza a través del esquema input/output. La sistémica pone énfasis en el análisis de las relaciones.
- Equifinalidad: Es la capacidad, demostrada por los sistemas, de llegar a un mismo fin a partir de puntos iniciales distintos. [6]
- Diferenciación: “Originalmente los sistemas están formados por partes que potencialmente pueden asumir múltiples funciones. Durante el desarrollo surge, a partir de la interacción dinámica de los componentes, un cierto orden que impone restricciones y especializaciones a estas partes del sistema” y en donde las pautas globales difusas se reemplazan por funciones especializadas[6].
- Neguentropía: Según la ley de la entropía, los sistemas físicos tienden a un estado de máxima probabilidad de desorganización, en la cual desaparece cualquier diferenciación previa con sus entornos al igualarse con ellos. Los sistemas vivos, sin embargo, contradicen esta ley con su tendencia a conservar su organización, en un estado de alta improbabilidad, gracias a su capacidad de importar energía o de importar entropía negativa o neguentropía.[6]
- Crecimiento o finalidad: Los sistemas abiertos, como los organismos vivos, se caracterizan por transformarse a través de sus intercambios con el entorno o por importar y exportar sustancias, información y energía. Así, el sistema rompe y reconstruye su estructura y sus elementos, pero su organización se mantiene constante.[6]
[1]Moreno, J.C. (2002). Fuentes, autores y corrientes que trabajan la complejidad. En ICFES- UNESCO (Ed.), Manual de iniciación pedagógica al pensamiento complejo. Bogotá. Ediciones Jurídicas Gustavo Ibañez. pág. 27.
[2]Maturana, H. (1974). Cognitive Strategies. Universidad de Illinois. Cybernetics of Cybernetics. pág. 460.
[3]Beer, S. (1959). Cybernetics and Management. English Universities Press, pág. 31.
[4]Hofstadter, 1980, p.127
[5]Varela, F. (2000). El Fenómeno de la Vida. Editorial Dolmen, Santiago de Chile. pág. 80.
[6]Bertalanffy, L. V. (1994). Teoría general de los sistemas. Bogotá. Fondo de Cultura Económica.