Mecanismos del ecosistema

Los ecosistemas tienen mecanismos de regulación para mantener un equilibrio a nivel de su estructura como de su funcionamiento.

Un ecosistema es un sistema abierto que interactúa con su exterior porque recibe de él materia y energía. Esta condición obliga a los ecosistemas a tener mecanismos de regulación para mantener un equilibrio tanto a nivel de su estructura, como de su funcionamiento. Este equilibrio es necesariamente dinámico y se le conoce con el nombre de homeostasis En condiciones naturales, los ecosistemas se autorregulan y se mantienen, más aun cuando han llegado a su máximo nivel de desarrollo o clímax, tal como sucede con el ecosistema amazónico.

Los mecanismos de regulación son la retroalimentación positiva y la retroalimentación negativa. La retroalimentación es un mecanismo de control de sistemas en el cual los resultados obtenidos de una tarea o actividad son reintroducidos en el sistema con la finalidad de incidir o actuar sobre las decisiones o acciones futuras, bien sea para mantener el equilibrio en el sistema, bien para conducir el sistema hacia uno nuevo. En este sentido, se puede hablar de dos tipos de retroalimentación: la positiva y la negativa.

La retroalimentación positiva se relaciona con los efectos acumulativos y perniciosos que se producen a la salida del ecosistema y reside, básicamente, en la magnificación de una pequeña alteración del ecosistema que se convierte en un gran cambio del estado del mismo. Un ejemplo es el crecimiento exponencial de una población.

La retroalimentación negativa tiene como función el control y regulación de los procesos de un sistema. Como tal, se encarga de mantener el equilibrio dentro del sistema, contrarrestando o modificando las consecuencias de ciertas acciones (retroalimentación positiva). La retroalimentación negativa es la que permite que el ecosistema permanezca en homeostasis. Se trata del control de las condiciones físicas y químicas internas de un organismo o de un ecosistema, en este caso, para que se mantengan dentro de los límites que permiten su supervivencia.

La biomasa de un ecosistema es la cantidad total de materia viva presente en una comunidad o ecosistema. La finalidad última de cualquier ecosistema es la producción de biomasa. Por su parte, la productividad es la producción de biomasa por unidad de tiempo y área y es propia de cada ecosistema. Puede ser primaria o secundaria, según se esté considerando el nivel trófico a partir de donde se produce.

La relación que existe entre la producción y la biomasa se denomina tasa de renovación y sirve para indicar la riqueza de un ecosistema o nivel trófico. Representa la velocidad con la cual se renueva la biomasa de un ecosistema.