Se convierte en el hecho más importante de la época, como quiera que el pueblo en un solo contingente, se alza contra la Monarquía, debido a los abusos y desmanes cometidos contra ellos. Resultante de lo anterior se expide el 1° de agosto de 1789, el Decreto de la Asamblea Nacional, sobre la abolición de los privilegios feudales y la proclamación de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Varios proyectos de ésta, se debatieron durante el proceso revolucionario, tres importantes debates buscaron la unidad de la Declaración:
Sin embargo lo anterior, la Declaración de 1789, la consagra la historia como la primera en aceptar la universalidad de la soberanía individual y de los principios de libertad e igualdad como fundamentos de la naturaleza humana. Ella es el producto de intensos debates en el seno de la Asamblea Constituyente, en los cuales se enfrentaron jacobinos, girondinos y radicales que pretendían llevar el concepto de la igualdad jurídica a la igualdad social y económica.
En este marco de ideas es que surgen los denominados derechos de primera generación, relacionados con los derechos civiles, y derechos políticos, señalados arriba en esta misma unidad.
Después de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, se desarrollaron todos los movimientos de cambio en Europa. En el siglo XIX se presentan las confrontaciones político-ideológicas que terminan con la abolición de los regímenes monárquicos europeos, la instauración de las ideas republicanas de la revolución industrial y del desarrollo del capital fundado en la ley de la oferta y la demanda. La herencia universal de la Declaración tiene su mayor impacto en los movimientos independentistas de las colonias hispanoamericanas, quienes la apropiaron y lucharon por su propia independencia. Actualmente la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano es el fundamento para la afirmación del individuo como sujeto de derechos que se ha consagrado en las Constituciones contemporáneas.
Conocidos los daños sicológicos, sociales y económicos producidos por el genocidio que generó la Segunda Guerra Mundial durante los años de 1939 a 1945, renace la Organización de las Naciones Unidas –ONU-, con la aprobación de su Carta fundamental en la ciudad de San Francisco, sentando las bases para la consolidación de la paz, el respeto a la dignidad de la persona humana y la vigencia de los derechos humanos, proclamando la Declaración Universal de los Derechos Humanos.