La negociación ética

La negociación desde el punto de vista ético conlleva a la organización a un cambio y se despliegan una serie de elementos de apertura y receptividad del empleado o representante para garantizar la continuidad y el cumplimiento de los acuerdos. Ferrer (2000) refiere:

La sencillez de la ética aplicada al mundo de los negocios, vendrá de sus conexión con la experiencia moral ordinaria y de su continuidad con la universal capacidad de todos los hombres, para percibir la correcta conveniencia, de algo que le afecta o le motiva.

Tanto en negociaciones internas como externas, se presentan dilemas éticos que pueden ser originados por componentes políticos, culturales, económicos, educativos. Para enfrentarlos, las entidades representadas en una mesa de negociación deben concientizar al personal designado sobre la aplicación de principios éticos y morales, fomentando el comportamiento ético en las acciones diarias, y en la trayectoria en la función que realiza cada empleado o funcionario en cualquier escenario donde se desenvuelva para garantizar la transparencia en las negociaciones.

Pero no solamente influyen los aspectos culturales, incluso los factores políticos, económicos, educativos e inclusive ambientales, tienen una importante incidencia en las negociaciones que se realicen. Por tal motivo, las convicciones morales, y la aplicación de un marco ético, favorecen la reducción de la incertidumbre que generan estos aspectos enunciados anteriormente y que repercuten en los resultados de la negociación.

Desde esta perspectiva, cualquier entidad desde que inicia un proceso de negociación, se focaliza en el interés individual que persigue, y debe tener en cuenta la relación ética -rentabilidad empresarial, siendo la ética el elemento fundamental para lograr los objetivos planteados en la negociación (Beato, 2011).

Muchos de los acuerdos firmados en la actualidad, ya por mandato legal, deben estar inmersos en un marco ético que genere ventajas a cada una de las partes y reduzca los problemas que suelen surgir cuando se prescinde de él. Por ejemplo: «hubiera sido de mucha utilidad en los acuerdos firmados: Acuerdo de Alcance Parcial con Panamá-AAPP, CARICOM, Centroamérica, DR-CAFTA y el Acuerdo de Asociación Económica –AAE-, que el elemento ético hubiera estado centrado como una preocupación de las partes, atendiendo a algunas observaciones en los propios tratados» (S. n., s. f.).

Es pertinente referir lo señalado por Joseph E. Stiglitz:

La ética en el marco de la relación entre países de mayor y menor nivel de desarrollo impone que los países más desarrollados traten a los de menor desarrollo en forma equitativa, conscientes de la situación de desventaja en lo económico en que se encuentran los segundos, y con el reconocimiento de que el aprovecharse del propio poder económico inevitablemente lesionará a los pobres en los países en vía de desarrollo.

Revisando todo lo anterior y recapitulando, la ética genera un marco de referencia que favorece la concreción del máximo bienestar para las partes intervinientes, en los acuerdos a que se lleguen. El talento humano con que se lleva a cabo estos acuerdos son el activo intangible más valioso para una organización, tanto internacional como nacional, y que definitivamente favorece las condiciones de los países involucrados.

Es tiempo de dejar de lado los interés individuales, se debe orientar en una posición país, pensar en grande, aprovechar los recursos de la naturaleza, trabajar con una participación y mentalidad abierta, ser parte del cambio, unificar esfuerzos para incrementar la producción y la competitividad, y procurar que las empresas grandes o pequeñas se fortalezcan con empleados y funcionarios eficientes que apliquen sus conocimientos con principios éticos y morales (Gutiérrez, 2014).