Principios de la Administración Pública

Tal como lo afirma Omar Guerrero Orozco, en el Libro Principios de Administración Pública, de la Escuela Superior de Administración Pública, reedición de 2007:

La voluntad del Estado supone un objeto sobre el cual actúa. Cuando la acción se repite continuamente, se llama “actividad”. Lo anterior sirve a Lorenz von Stein[1] para explicar que “esa actividad del Estado, que tiene lugar mediante los órganos estales y constituye, por lo tanto, la vida propiamente exterior del Estado, es lo que se llama administración del Estado" para nuestro caso Administración de lo Público o Administración Pública.

Por lo tanto, la Administración Pública –caracterizada como la actividad del Estado- sólo se puede explicar a partir del Estado por cuanto se hace evidente a través de la actividad de éste y existe sólo en función de la sociedad.

Entonces, la Administración Pública tiene por objeto la sociedad, para la cual funciona y labora continuamente y se encamina a producir las condiciones que facilitan la permanencia y conservación de la sociedad, creando las condiciones de desarrollo de sus integrantes.

Carlos Juan Bautista Bonnin[2], estableció a comienzos del siglo XIX, los principios de la Administración Pública:

"La administración pública no es meramente una máquina inanimada que ejecuta irreflexiblemente el trabajo del gobierno. Si la administración pública tiene relación con los problemas del gobierno, es que está interesada en conseguir los fines y los objetivos del Estado. La administración pública es el Estado en acción, el Estado como constructor".[3]

En consecuencia, si la Administración Pública es una herramienta del Estado, que surge del Estado mismo y su función se concentra en administrar precisamente el interés general de toda una sociedad, dicha administración implica el conocimiento y manejo del Estado, el gobierno y la sociedad, asumiendo de manera efectiva su función de mediador entre el Estado y la sociedad.