La comisión europea, en su Libro Verde al constituir un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas, define la Responsabilidad Social Empresarial así: “es la integración voluntaria, por parte de las empresas, de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus interlocutores. Ser socialmente responsable no significa cumplir plenamente las obligaciones jurídicas, sino también ir más allá de su cumplimiento invirtiendo “más” en el capital humano, el entorno y las relaciones con sus interlocutores”[1].
Todos estos elementos están sustentados en una cultura empresarial, donde la libertad de la empresa para actuar y tomar sus propias decisiones, está mediado por un marco de diálogo y de consenso, sin que sea un conjunto de acciones que se llevan a cabo porque son de obligatorio cumplimiento, al ser exigidas por actores estatales o gubernamentales. Las empresas tienen la responsabilidad de conocer el entorno en el que operan. Deben tener un claro conocimiento de todo lo que rodea su empresa, no solo en términos geográficos, sino en términos del conjunto de reglas, leyes que rigen su operación, y todas las actividades relacionadas con ella directa e indirectamente.
El marco de diálogo y de consenso se realiza con: empleados, proveedores, gobiernos nacionales y regionales, clientes, consumidores y organizaciones sociales, entre otros. El manejo de las relaciones de la empresa con sus grupos de interés permite, de una manera natural, efectiva y en un adecuado clima de confianza, desarrollar esa cultura ética empresarial basada en valores universales como la honestidad, la transparencia, la comunicación y el diálogo.
Desde este contexto, la Responsabilidad Social de las Empresas, no consiste en una serie de principios o normas prohibitivos, sino que la virtud de la ética empresarial sea un elemento intrínseco en toda la vida de la empresa misma para hacer de ésta, el motor de una vida llena de éxitos y bien vivida. Con ello es porsible alcanzar un excelente clima laboral en la relaciones interpersonales y un sentido mutuo de misión y del trabajo bien hecho. “No solo apunta a que todos los seres humanos son ciudadanos y como tales tiene que realizarse en ellos la idea de ciudadanía social. Ciudadano se dice del que es autónomo y hace su propia vida, no es siervo ni vasallo, pero lo hace con otros iguales en el seno de la ciudad”[2].
Al revisar el tem en términos de Adela Cortina, es imprescindible la necesidad de una gobernanza global para proveer de aquellos bienes públicos que deben ser aprovechados y disfrutados por todos los seres humanos. “El Banco Mundial ha propuesto en este sentido que se lleve a cabo un programa de gobernanza global para hacerse cargo de dichos bienes, que comprenderían un bienestar global que incluya acceso a la salud, aire puro, agua, educación y empleo; un sistema económico mundial abierto e inclusivo al servicio del desarrollo humano; un orden legal internacional enraizado en valores compartidos y mecanismos capaces de garantizar estabilidad y seguridad humanas”[3].
Entonces la economía, según el párrafo anterior, es mucho más que lo que muchos la entienden actualmente, ya que ésta tiene que estar al servicio del desarrollo humano, para lo cual es necesaria una gobernanza global. “Está claro que sin un sistema económico al servicio del desarrollo humano tal desarrollo es imposible, porque los políticos no pueden lograrlo si no se involucran también las empresas, y a su vez todo el orden económico. Por tanto, para alcanzar ese nivel que creemos fundamental se debe lograr un acuerdo entre todos los sectores”[4].
De esta manera, La Responsabilidad Social de la Empresa es solo una dimensión dentro del conjunto de elementos de ética y de moral que tiene que vivir en su cotidianidad la empresa como tal. Pero esto no es suficiente, ya que la ética de la empresa como afirma Adela Cortina, es un “saber que tiene que ver con predisponernos a tomar decisiones prudentes y justas. Por tanto, se está en el pleno quicio de eficacia vital en una empresa cuando se toman decisiones prudentes y justas, creando un clima ético. Un clima ético se genera cuando los distintos niveles de la empresa saben que las decisiones suelen tomarse atendiendo a unos valores y existe la convicción generalizada que eso es así”[5].
La responsabilidad moral se produce cuando las empresas incumplen las expectativas de comportamiento ético hasta tal punto que peligra el valor del negocio. El mercado puede ofrecer tanto beneficios financieros a corto plazo como beneficios sociales a largo plazo. Pero cuando las relaciones empresariales están mediadas por los valores éticos, el mismo consumidor ético impulsará el cambio, generando una sana competencia hacia la cima por la ética entre los negocios.
La integración de los asuntos sociales, ambientales y de cualquier otro tipo de los grupos de interés dentro de las operaciones comerciales de la empresa, permiten un desarrollo económico sostenible trabajando con los empleados, sus familias, la comunidad local y la sociedad en general para mejorar sus vidas de distintas formas que resulten buenas para el negocio y su desarrollo. Al mismo tiempo, que se busca un equilibrio entre el crecimiento económico, el bienestar social y el aprovechamiento de los recursos naturales y el medio ambiente. Este equilibrio es vital para la operación de los negocios. Con ello se logra un entorno más estable y próspero.
En la visión de Adela Cortina, “apostar por la ética de la empresa hemos dicho que tiene en su base dos virtudes, la prudencia y la justicia. Las razones de prudencia podemos aclararlas con Kant recordando lo que dice en La paz perpetua, cuando asegura que hasta un pueblo de demonios preferiría la paz a la guerra. Podríamos decir nosotros que hasta un pueblo de demonios preferiría una empresa que viva de manera corresponsable, siguiendo unos valores por los que todos se orientan, unidos por valores comunes. En definitiva, hasta un ser sin sensibilidad moral preferiría vivir coordinadamente, ya que se logra muchos beneficios”[6].
Cuando la práctica empresarial esta mediada por la ética, los beneficios son muchos: “mayor eficacia en el funcionamiento, ahorro en costes de coordinación y de supervisión, etc. Además de las más evidentes, lo primero que una empresa prudente cumple son los contratos legales. De esta manera, las empresas saben que tienen derechos y deberes, y que tienen que cumplir sus contratos para crear riqueza y bienestar, ayudando así a construir una sociedad decente”[7].
La empresa posee como imperativo ético “la adquisición del carácter necesario para responder a las expectativas legítimas de los afectados por ella de manera excelente. Recordemos que el carácter se compone de las predisposiciones para actuar en uno u otro sentido, y que cuando dichas predisposiciones nos encaminan hacia llevar adelante la meta de la empresa, satisfacer expectativas legítimas de los distintos grupos de afectados: accionistas, trabajadores, proveedores, etc., podemos llamarlas virtudes o excelencias”[8]. El desafío consiste entonces, en crear empresas éticas, que en cada entidad se sepa qué se quiere, a qué se juega, para responder a los implicados en todo el entorno donde se realiza el servicio, para generar confianza o sencillamente dejar que el tren de la historia que no regresa, simplemente se marche.
[1] COMISIÓN DE LAS COMUNIDADES EUROPEAS. Libro verde: fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas. Bruselas: Documento COM, 2001, p. 38.
[2] CORTINA, Adela. Ética de la empresa: no sólo responsabilidad social. [on line] Consultado en marzo de 2013. Disponible en: http://www.etnor.org/doc/A.Cortina-Etica-empresarial-no-solo-RSE.pdf.
[3] Ibid., p.11.
[4] Ibid., p.12.
[5] Ibid., p.14.
[6] Ibid., p.15.
[7] Ibid.
[8] Ibid., p.16.