TLC CON COLOMBIA

El salto de una economía nacional a una economía mundial ha hecho que los países latinoamericanos se integren y busquen espacios comerciales en pro de beneficios hacia un desarrollo sostenible. Considerando lo anterior se han visto evocados a buscar acuerdos comerciales con otros países que permitan adquirir bienes a menores precios y venderlos en mejores condiciones.

Colombia siendo un país en proceso de desarrollo le ha apostado a una integración comercial en los mercados internacionales. Es así como los TLC en los últimos periodos han permitido potenciar las exportaciones y captar inversiones extranjeras ofreciendo un importante crecimiento del país.

Sin embargo, no todo lo que se afirma como bueno en los tratados de libre comercio es positivo para los países que lo acogen. De allí surge una pregunta: ¿son beneficiosos estos acuerdos para mejorar el desarrollo de Colombia?. De acuerdo a las bases del comercio internacional hay quienes promueven el libre comercio laisserz-faire (dejar hacer). Los partidarios del liberalismo económico creen que la libertad política y la social son inseparables de la económica, y utilizan argumentos filosóficos promocionando la libertad para justificar el liberalismo económico y el libre mercado. Pero ¿qué es el libre comercio?. Es un concepto económico, referente a la venta de productos entre países, libre de aranceles y de cualquier forma de barreras comerciales. El libre comercio supone la eliminación de barreras artificiales (reglamentos gubernamentales) al comercio entre individuos y empresas de diferentes países.

Por otro lado está el proteccionismo, cuya política económica es la restricción del comercio entre las naciones, a través de métodos tales como los aranceles sobre las mercancías importadas, las cuotas restrictivas, y una variedad de otras reglamentaciones restrictivas del gobierno destinado a desalentar las importaciones y evitar la absorción extranjera de los mercados locales y las empresas.

Ante los argumentos que se dan, hay quienes están a favor del TLC calificándolo de provechoso y benéfico para el país, ya que genera riqueza, progreso y bienestar; por el contrario, los que están en contra lo perciben como desigualdad, desempleo, pobreza y miseria que padecerán millones de colombianos. Con esta dualidad de criterios se mantiene y persiste la duda de si el TLC es positivo o negativo. Colombia en su proceso de globalización ha vinculado su economía con la mundial llevando al país a una integración económica internacional, dando como resultado movimientos comerciales, inversiones productivas, servicios e innovaciones tecnológicas.

Actualmente se dan los rasgos que prefiguran una verdadera revolución exportadora, que ha permitido emular los ritmos de crecimiento que caracterizan al país en sus mejores ciclos económicos y que se requieren para acumular bienestar; sólo que, esta vez, ya no dependen de unos pocos productos; ahora, la expansión exportadora se caracteriza por una diversificación sin precedentes de bienes industriales que están alcanzando en importancia a las de materias primas.

Pero si el caso fuera lo contrario, Colombia cerraría sus puertas a la globalización e implicaría en el peor de los escenarios, padecer una economía como la de Corea del Norte o África, que están sumidos en la pobreza por no estar vinculados a la economía mundial.

Evidentemente, materializar los objetivos nacionales del TLC no es tarea de un día. Pero bien negociado, el TLC puede ser el disparador de un proceso de mejora permanente con un significativo efecto benéfico masivo, una enorme oportunidad para estar mejor.